Molécula de gran resistencia y flexibilidad, forma la estructura de todos los tejidos de nuestro cuerpo que nos protegen o nos permiten mantenernos en pie y movernos.
Constituye el 70% del peso seco de los cartílagos, el 20% de los huesos y el 90% de su matriz, el 85% de los tendones, el 70% de los ligamentos, el 75% de la piel y el 6% de los músculos, además de ser el principal componente del tejido conectivo, que envuelve y protege todos nuestros órganos vitales.
Es una proteína exclusivamente animal, que no se encuentra en los vegetales puesto que no necesitan desplazarse.
La molécula de colágeno está formada por cadenas de aminoácidos (AA), ensamblados entre sí. Su estructura es fibrosa. Las triples hélices de tropocolágeno se unen entre sí, una tras otra y en paralelo, formando microfibrillas, que a su vez se alinean y unen entre sí para formar fibrillas y éstas para formar fibras. Esto hace que la molécula de colágeno sea flexible pero muy resistente.
Se llama “nativo” al colágeno tal como se encuentra en los tejidos animales.
El colágeno puede clasificarse en función de la especie animal de la que procede: vacuno, porcino, aviar, pescado, etc.
También se clasifica por tipos, en función de las características (grosor, longitud, etc.) de sus fibras. Se pueden distinguir más de 25 tipos de colágeno, cada uno adaptado a la función que desarrolla.
Se encuentra en la piel, huesos, tendones, dentina y córnea. Presenta gran resistencia al estiramiento.
Principalmente en el cartílago. Aporta resistencia a la presión intermitente.
En el tejido conjuntivo laxo, paredes de los vasos sanguíneos y piel. También sostiene órganos expandibles (pulmones, etc.).
En los epitelios. También actúa en la sujeción de órganos.
A partir de los 25 años, nuestro cuerpo empieza a regenerar menos colágeno (anualmente perdemos aproximadamente un 1,5% de esta proteína). Es un proceso natural inevitable, que podemos retrasar complementando nuestra dieta tomando diariamente una dosis efectiva de COLÁGENO HIDROLIZADO (10 g).